miércoles, 20 de febrero de 2013

Perdedores


Un lunes que no deja de ser un largo domingo, que se retuerce en los restos de un fin de semana sin olvido. Tantos errores se pueden cometer en unas horas; se puede dejar de ser uno mismo en tan poco tiempo que ya nada tiene sentido. Las tormentas se avecinan y seguimos cometiendo el error de ir en mangas cortas, pero y qué si el verano nos seduce. Qué sería el invierno sin el verano, qué sería lo dulce de lo amargo y que sería de mi sin ti. Pongamos pues, qué serian de los aciertos sin los errores, y por qué no, que sería el mundo sin un poco de amargura y dolor. No estaría escribiendo estas palabras. No habría un montón de poemas guardados en un rincón de mi habitación, ni poetas, ni esa chica que viaja en un tren sin ningún destino. Tantos caminos equivocados, tanto echar de menos y tanto morir cada día que el mundo parece un juego tonto dónde solo hay un perdedor…nosotros. Así, me declaro perdedora, una gran perdedora que seguirá perdiendo hasta los restos. Hasta que el juego de por finalizado. 


jueves, 14 de febrero de 2013

El bien y el mal

En un estado de aturdimiento absoluto, en el que no conseguía distinguir la realidad de la imaginación. De nuevo cayendo en un abismo sin fin; y despertándose despierta…volviendo a la realidad. Con un bolígrafo en la mano y enfrentándose a un folio en blanco lleno de mentiras e historias. Ahí estaba, ella y el resto del mundo. Prolongando ese estado de aturdimiento en el que conseguía sentirse aliviada.
Pero como todo acaba, también acabó aquello. Un sonido el cual le pareció demasiado fuerte provenía de su puerta, su “amiga” “segunda madre” “protectora” “niñera” de todo menos hermana, se entrometía en su único mundo.
¿Se puede saber a qué estas esperando? ¿Otra vez vas a llegar tarde?- Le demandaba Doña puntualidad. Llevando un bolso a conjunto a juego de sus zapatos y un peinado que confesaba llevar varias horas, acercándose a  su órbita intentado descubrir algo.
Me he distraído un poco, voy enseguida- Respondió sin ganas.
No entiendo qué te pasa últimamente, siempre vas con el semblante roto y no comes nada…estamos preocupados. Peor aún que no sales y te llevas todo el día haciendo no sé qué en tu habitación- Lo dijo. Estaba encontrando la ocasión oportuna para echárselo en cara. Mientras que fingía escucharla, sólo podía repetirse “Últimamente” como si antes de eso hubiera estado bien.
No me pasa nada, olvídalo ¿vale? Espérame abajo, podrás llevarme a clases y así poder seguir con tu perfecta vida- Le soltó. Porque lo era, todo cuanto podía imaginar su hermana lo tenía. Trabajo, una familia orgullosa de ella y un chico fabuloso que le regalaba collares. Entre otros caprichos, tales como el chico. Cualquier vida podía ser perfecta en comparación con la suya. Admiraba a todo aquel que le rodeaba, desde su propia hermana hasta al barrendero de la esquina de su calle.
¿En esas te pones? pues muy bien chica. Sigue así que te irá genial. Deja de lamentarte y vive un poco que no es tan difícil. Supongo que todos hemos muerto alguna vez- Y echándole una última hojeada a aquello que todavía seguía buscando, cerró la puerta con un silencioso “Como no te vea en mi coche dentro de cinco minutos, despídete de que vuelva a ser tu niñera” Le resultó tentador, no quería saber nada de todo aquello que no fuera su habitación y los libros.
Aquel supongo le volvió a escupir lo perfecta que había sido, era y sería su vida. A recordar lo patética que era la suya.

jueves, 7 de febrero de 2013

Paraguas en llamas


Y en sus tacones favoritos, corría en dirección desconocida. Sólo estaba huyendo. Las minúsculas gotas recorrían su mejilla, esta vez no eran lágrimas, era la incesante lluvia de la cual huían como si ácida fuese. La calle amueblada de piedras hacía más difícil llegar a su destino; sólo en altos susurros, le decía que siguiera corriendo. Ella, recorriéndose en su propio suspense, preguntándose donde quería ir en aquellas circunstancias. No sin darse cuenta de que estaba corriendo sola, él ya estaba quieto en medio de aquella calle desierta, esperando a que se diera la vuelta. En una mirada cómplice, no hicieron falta más palabras para aquello. El pelo mojado le ocultaba esos ojos que a él tanto le gustaban, sin embargo, la lluvia había hecho un buen trabajo con sus ropas. Sin que se dieran cuenta, estaban cuerpo a cuerpo siendo uno, siendo agua, en medio de la nada sin que nadie supiera de lo que iba a formar parte aquello…un recuerdo. Entre susurros ella le preguntaba un por qué y él sólo se limitaba a sonreír, como siempre hacía. Entre las lágrimas del cielo que les sostenía, unos besos comenzaban y terminaban tan rápido como una estrella fugaz. A aquellos dos jóvenes les sostenía un paraguas en llamas, porque ni la lluvia fría de invierno, podría derretir el amor que se desprendía allí. 

lunes, 4 de febrero de 2013

Miedos pasados


Miedo. Una palabra tan simple y a la vez tan compleja. Un sentimiento tan fuerte, que me hace sentir tan débil, como si no tuviese refugio de nada ni de nadie. Tengo miedo a tantas cosas, que se puede decir que soy una persona que se siente desprotegida, que siempre va mirando hacia los lados con miedo a encontrarse con el fracaso. La oscuridad, los muertos, los ovnis, los monstruos bajo la cama, la muerte… esas, no me dan miedo. Miedo le llamo yo, a perder las cosas que quiero.  Perder a esa persona que siempre ha estado conmigo. Ver como se aleja de mí, cómo elige su camino, sin pedirme que forme parte de él. Miedo lo llamo yo a pensar que nunca más le vuelva a ver, de que quizás hoy sea el día, de que jamás vuelva a escuchar su risa. De que quizás nunca más volveré a escuchar sus quejas, de ver como se enfada o como se mete conmigo. Miedo lo llamo yo, a perder a alguien a quien quiero, de la noche a la mañana. De hoy verle, y mañana no, ni el otro…ni el siguiente.  Las personas, no estamos hechas para eso, es así, que miedo es una de las palabras que me definen. Por eso, cuando veo a alguien reír, sonrío yo también, la razón es simple…quizás mañana no le vea. Intentar disfrutar de los demás, de pasarlo bien, de reír, de cantar, de querer…todos y cada uno de los días de mi vida, es un reto para mí. Porque aunque por dentro esté llorando, gritando del dolor; quiero sentirme bien, y decirle al miedo adiós. Porque no se sabe, quizás mañana no me veas.