viernes, 22 de marzo de 2013

Confesiones sobre la noche

Me gusta escuchar ese minúsculo sonido que hace la calle cuando todos duermen y yo soy espectadora de tal musical. Me gusta saber que no hay nadie que pueda despertarme de mis vivencias con la noche, de que existen conversaciones entre los felinos y la luna.
Me gusta pensarte en alto, en el mayor silencio existente y que no puedan interrumpirme.
Me gusta quedarme quieta por un momento y pensar que he dejado de existir para todo aquel que esté durmiendo, que se entretiene en sus sueños y se ocupa de que a la mañana siguiente, siga recordandolos.
Me gusta saber que hay pocos a los que pueda decepcionar ahora; tal vez a éstas sábanas que me envuelven, que no quieren que deje de mover su cielo y su tierra entre las horas de la pequeña noche. Tal vez a la almohada que me acompaña desde el momento en el que me di cuenta de que no puedo abrazarte y a ella sí. No quiere que me vaya dice, que los días son muy largos.
Me gusta oír las historias que me cuenta la oscuridad, de todo lo que podría hacer en ella y no  hago, y del tiempo mal aprovechado.
En esa fiesta, en ese coche, en esa cama. En todos esos días pensando en la noche, en todas esas noches tan cortas.
En las horas corriendo lento, que nunca giran al compás de un viejo reloj, esperando a que tus ojos se cierren y den fin a ésta pequeña confesión.

jueves, 21 de marzo de 2013

Visitas inesperadas


Hoy la he vuelto a ver.  Se acercó a mí con la misma seguridad de las que miran por encima del hombro; sin avisar y saludándome con su mano fina y delicada. Tenía los dedos listos para arrancarme de nuevo, para llevarme a un tiempo lejano, un pasado del que nadie le gustaría volver a recordar. Hoy la he vuelto a ver mucho más guapa que en otros tiempos, más segura de sí misma, intentando volver a recuperar lo que un día perdió; su verdadera identidad.
Me arrastró tras ella y me hizo padecer como las malas hierbas que ocupan tu preferido jardín, empapándome de su olor a inmoralidad y haciéndome patinar sobre los errores que un día no pude detener. Me hizo volver a ser la bestia que todos enterramos cuando estamos listos para ser dichosos y afortunados; ignorantes de la vida y gozosos de orgullo.
Empecé a sonreír por cortesía, a tragarme lágrimas cuando nadie me veía; siendo todos esos libros y poemas que un día pensé que no sería. Así, hoy la volví a ver.
Volví a ver, por caprichos de la vida, a esa que se encarga de que nazcan remordimientos y mentiras; convirtiéndose en dueña de ti y de tu presente, ocupándose de que la poca paz que tenías se esfumara. Tantos recuerdos me hicieron recordar, que hoy puedo decir que la he vuelto a ver.  A esa niña tímida y silenciosa, de la que nadie sabe y nadie habla, que lloraba cuando todos dormían y reía cuando todos la miraban. Que intenté hacer desaparecer y hoy llamó a mi puerta.
Hoy puedo decir que he vuelto a ver a todas esas mujeres que se regocijan de pecados sin arrepentirse;  a todo aquello que nunca quise ser, a todos mis Yo que un día intenté matar. 

martes, 19 de marzo de 2013

Consciente




Me han recomendado que me aleje de mí .. 


Ecos de una nostalgia van a conducir 
a pequeñas desgracias que debí predecir .. 
predecir el pasado para no defraudar 
a quien estuvo a mi lado cuando me derrumbé. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Ella y sus circunstancias


Ella observa y observa
Tiene un futuro definido y un presente inacabado.
Busca; y no encuentra
Y aún así todavía sigue caminando.

El tiempo la mata
Y la injusticia le seca el alma
Pero tiene la esperanza de poder existir en eso que llama ‘La nada’
O con pocas palabras, su propio mundo lleno de desesperanzas.

Ella, se compara
Se insulta y se ahoga con sus propios reflejos
Los entierra en el jardín de los complejos y los vuelve a sacar.
Pierde su poco y vulnerable tiempo y deja que la vida siga
Muriendo un poco, cada día.
Acompañada de música que ni sus sentidos escuchan
Y sustituyendo todos sus fracasos por sonrisas.
¿Dime niña, eso es para ti la vida? 

Finales sin comienzo


El momento para escribir, es el menos oportuno. En el que las fuerzas se ausentan, y aún así no podemos evitar evadirnos y comenzar a escribir aquello que nos atormenta.
Cuántas veces e instantes han sido oportunos para dejarlos por escrito eternamente y hemos rehuido, sólo disfrutando; a su medida, de lo que olvidamos escribir. ¿Qué escriben, por consiguiente, las personas que no tienen nada que escribir? ¿Quizás su atormento sólo sea ese? Tener una vida en la que los sueños dejan de serlo, cuando ocurre y se va; y no vuelve.
 Estás ahí, quieta, esperando a que ocurra…a que el maldito momento llegue para que puedas sentirte dichosa y grabarlo para la posteridad. Pero no, eres tú y el mundo que te rodea. Nunca es lo que es y nunca es lo que debería ser. 

Siempre acabando en puntos suspensivos; dejando un posible final o quizás eso, vacío.

Esperando a que la siguiente palabra o párrafo sea lo que esperas, pero no, a veces la vida es un texto con final abierto dónde nunca es lo que esperabas. 

lunes, 4 de marzo de 2013

'Querer' y 'Querer'

Cuando el quererme ya no es suficiente...nunca es suficiente para mí. Pedirle, y que me de sólo presente, que me pida y que yo le de futuro, mi vida y toda mi existencia. La gran diferencia entre 'querer' y 'querer.' Pensaba que no había, pero la hay. Formas distintas. 
Mirar el reloj y no ver la misma hora de siempre, un tiempo distinto en cada sensación distinta. No son las horas, no es la noche...soy yo que le pido y sólo puede darme presente. Maldita manía de dolerme queriendo. 

viernes, 1 de marzo de 2013

Escribir...te


Escribirte tanto, impregnarte en el papel de tal manera que todo tu cuerpo esté escrito en versos. En unos versos que sólo yo podría rozar con la yema de mis dedos, fusionando cuerpo y alma, escribiéndote hasta que tu existencia desaparezca.
Desvaneciéndo(te) en cada trazada, en cada mordisco y mirada.
 Cuando los versos comienzan a dejar de ser versos y tienen vida propia, sobre mi y lo que deseo; cuando no tienes escapatorias. Siendo ese beso, esa caricia y todo cuanto rodea a dos cuerpos inertes en combustión. La noche nos reclama, todas esas noches que no lo fueron. Porque no hay noche si no acabo el día a su lado, no hay día si no existe un mañana y mi vida no tendría esencia sin su perfume. 

Sillas vacías


Que se pierda el universo si tú también lo haces,

 Que no vuelva a ver una sonrisa en mi cara

 Ni tenga una excusa para viajar.

Un café, que se quedó esperándonos en aquel bar

En unas sillas que no nos sentaremos jamás.

Y si es así, que se pierda el universo que yo lo haré contigo.