miércoles, 23 de octubre de 2013

Todos (no) somos egoístas

El ser humano es tan egoísta a veces, que decide por sí solo pasar el resto de su vida con alguien, sin preguntar.
Como el verano cuando llega, sin preguntarle al invierno si quería irse o como el viento que mece los árboles sin preguntarle y hace caer sus hojas marrón café.
Tan egoístas, que robamos sonrisas a cualquier desconocido, al espejo, al de al lado...somos egoístas por naturaleza, porque ella también lo es.
Sin embargo, a veces las palabras sobran; porque las estaciones no necesitan preguntarse, saben que pronto les tocará, al igual que el viento...los árboles no serían nada sin él.
No hace falta preguntar cuando la persona de al lado tuya cambiaría las leyes de la física y bajaria estrellas por verte sonreír. Sí, somos egoístas por naturaleza, pero también somos presos del amor y de nosotros mismos.

sábado, 19 de octubre de 2013

El lugar dónde viene a morir el amor

En el cementerio de los besos que no nos hemos dado reside el amor que nunca se devolvió. Allí se encuentra todo aquello que nunca nos hemos dicho, las palabras dolorosas y los errores. No es extraño pues, que también se encuentren todos esos amores dolorosos y con finales inacabados. También las despedidas que se quedaron en eso, despedidas sin nuevos encuentros.
Allí existe el tiempo, el espacio, las esperas y las citas a las que no se asistió. No te asustes, todo el mundo ha estado alguna vez.
¿Que flores y ropa eligirías para decirle adiós al amor de tu vida?


Traté de describir el tedio y la constancia de algunas cosas verdaderas, creí que duraderas.
Asistiremos tan elegantes, y entre las flores diremos adiós.


Manecillas del reloj

Esa pequeña máquina que mueve
Cada una de nuestras minúsculas vidas
Tiene su tic-tac con esas grandes manecillas
Que avanza sin parar
Que no se puede pagar
Que se va y no vuelve atrás.
Por eso y más
El tiempo perdido nunca volverá.
Cuántos son los días grises que el tiempo ha deshecho
Que ha fulminado y como amigo traidor,
nunca te devolverá.
Cuántos son los segundos que te ha regalado a cambio de no volver a verlos.
Cuántos son, a fin de cuentas, los días que él te dejará disfrutar.
Es ese poder que tiene sobre todos nosotros,
Que nos maneja y controla, que a veces no sabemos utilizar.
Nos preguntamos pues, si estamos perdiendo el tiempo
¿Y él? ¿Nos está perdiendo a nosotros?
Nos mata lentamente, sin dolor
Y cuando nos damos cuenta
Esa pequeña máquina que siempre observabas con desprecio, ahora, se rompió porque ya
Ya no te queda más tiempo que disfrutar.

martes, 15 de octubre de 2013

Caídas

He visto muchas cosas caer como el agua a través de las montañas
Una cascada, la lluvia o incluso la nieve en invierno. Un vaso que se rompe, un niño que cae al suelo...
Pero ten por seguro que la palabra 'Caer' está demasiado impregnada en mí cómo para así razonarla.
Caer no es ni menos, que dejar de vivir para sobrevivir a cada día.
Caer es estar en la cima y notar al segundo las piedras en tu espalda.
Caer es por supuesto lo que le pasó a mi cuerpo y mi alma, cuando vio caer una lágrima en tu cara.
Fue una montaña rusa, un vaiven de miedos; de miedo a la pérdida que más podría hacerme daño y sobre todo, miedo a caer en la monotonía de días sin ti.
Me caí, me estampe contra una pared inmensa que nunca antes había visto, me di de cruces con la realidad de que nada es para siempre.
Y no niego que quedó esperanza, pero las miradas decían más que nada. Tu mirada ya no era igual, no me mirabas a mí, mirabas a mí yo que un día no vio la pared. entonces comprendí que todo puede cambiar, tal vez mañana caiga,o el otro o ahora en éstas palabras dolorosas como lanzas...pero algo sé, prefiero la caída a tu lado que desvanecerme en la caída sin ti.

Historias

Podría escuchar la misma historia
De alguien diferente, género o raza
De aventuras, amor y drama
Pero ninguna me produciría la misma intensidad
Que cuando sale de tus labios.
Podría escucharla mil veces hasta que mis oídos quisieran ignorarla
Escupirla y suplicarme
Pero yo seguiría con el corazón de un colibrí sin parar y sin pausa.
Cada palabra sería un vuelco más al corazón, paros cardíacos que se reducen con cada centímetro que te separas.
Acércate, decía yo
Suplicaba, el resto de mí.