Una vez me encontré a la
vida de frente,
Me preguntó como estaba y
yo le respondí
Que como ella misma me había
dejado.
Charlamos y hablamos
cordialmente,
Como si fuésemos
desconocidas.
Quería hacerle muchas
preguntas,
Pero a pesar de eso,
A pesar de tenerla enfrente
Sólo fui capaz de
contemplarla.
Supongo que es otra metáfora
más que tiene.
Llegué al punto de querer
ahogarla
O echarle a la cara el café
caliente y que así se quemara,
Pero pobre de ella,
Tiene la responsabilidad en
las manos de tantos,
Que ella misma se puede
equivocar.
Se empezó a asustar por mis
miradas asesinas,
Pero qué harías tu si te
encontraras con la vida.
Después de tanto, le
agradecí por lo bueno que había hecho
y luego hice el intento de
irme;
Como si nunca nos hubiéramos
visto,
Pero al cruzar la esquina
A mi cabeza llegaron todas
las noches llorando
O sin llorar pero muerta por
dentro.
Por el amor no correspondido
de la adolescencia,
Las perdidas de personas,
Esas perdidas que hoy en dia
sigo teniendo.
Y entonces, me di la vuelta
Saqué una pistola que jamás
había tenido
Apunté a ella sin saber si
había bala o no.
Y así, le disparé en el
corazón,
Ese que parece que no tiene
y lleva vacío.
Me miró como un niño al
que le han quitado una piruleta,
No sentí miedo por su
perdida,
Aunque sí un poco de pena.
Jamás le conté a nadie
aquello,
Enterré su cuerpo y alma en
lo más profundo
De mi corazón,
Y desde entonces escondo a
la vida allí
Esperando a que alguien la
reclame
Y le haga en condiciones un funeral.
No sé cómo ni por qué no había leído esto, Noe.
ResponderEliminarEs tan delicado que ay. Jo, me ha encantado el final. Y ese sentimiento que transmites de poder devolverle a la vida todo el daño que hace y aún así sentirte culpable. ¡Genial!
Jop muchisimas gracias Perla, un comentario tuyo siempre me alegra. Y si, es la cosa de pegarle a la vida y sentirse culpable aunque no debería.
EliminarUn beso y gracias por el comentario.