viernes, 23 de mayo de 2014

Mi sociedad

Hay una sala llena de gente,
Todos idénticos entre sí, muñecos sin vida.
Lo que acontece todos lo miran
Pero nadie lo ve.
Llevan puesto sonrisas de repuesto,
Llevan champán del caro y vestidos.
Escuchan música,
Nadie la siente.
Hay un piano de cola decorativo,
Una niña de porcelana lo quiere.
El ruido del silencio ensordecedor,
Que choca con el repiqueteo de la rama,
Intentando entrar por la ventana.
Y el cielo que es el único que observa
A la luna.
Y la luna que observa el baile de las doce
Intentos de personas aullando;
Algunos bailan de puntillas,
Intentando besar a desconocidas.
Otros son pasos, son caricias.
Todos son perfectos, sin vida
Nadie se interesa por nadie
Son la envidia.
Se acaba la bebida, todos se giran;
Hay un sofá al lado del whisky.
Hay una chica,
Maldita la chica que en el escenario
Se interpone.
Algo choca, es rara, no es igual al resto
No lleva gasa cara ni vaso con mentiras,
Sólo un cuaderno apuntando
Las miradas,
Las personas desconocidas,
El momento perfecto y sin vida.
Que escribe y deja éste último verso

Con repugnancia y misantropía.  

viernes, 16 de mayo de 2014

Inundaciones

Se despertó como cualquier mañana. Sin embargo, ésta era distinta aunque ella todavía no lo hubiera notado. Los muebles no se sostenían por su propio peso en el suelo, estaban en el aire, sostenidos por el peso de otros. Todo estaba mojado, todo estaba inundado de agua. Su habitación se había convertido en una habitación de un barco que chocó hace miles de años y ahora estaba habitado por otros seres y por ella. Su camisón blanco le llegaba hasta el techo, se lo quitó y lo tiró como pudo. No sabía como podía seguir estando viva en aquella osadía.
Entonces recordó la noche anterior. Suplicándole, gritándole 
y recitando lo que nadie nunca escuchó.

No dejes que me hunda,
Otra vez no.
Me dejaré llevar por la deriva
Y jamás volverás a ver mis ojos
Color verde (sin) esperanza.

Había estado llorando tanto que su habitación y ella ahora pertenecían al mar. No dejes que me ahogue con mis propias lágrimas. Fueron sus últimas palabras. Desapareció como las plumas de los pajaros que vuelan en el aire sin destino alguno; sola e inundada de las lágrimas que jamás supo decirle que lloraba cada noche. 



jueves, 8 de mayo de 2014

Miradas perdidas

Mira por la ventana,
Echa de menos su alma no errada.
De pérdidas cuyos recuerdos
Ni se quieren acordar.

Ha batido las alas
Tan fuerte que ya no puede volar, 
Porque las ha roto
De dolor,
De miedo
De ira.
Porque no tiene donde ir aunque huya
Porque no tiene hogar
Aunque su propia casa esté en sí misma.
En su espalda cuelga un cartel
en el que pone 'desahucio'
Por no perdonarse a si misma lo suficiente,
Por no tener las agallas de quienes la han perdonado.
Ahora está ocupada por otros que no son ella,
Son ocupas de su alma y su corazón
Que sangran, porque no quiere a otros si no es a ella.

Mira por la ventana,
Está esperando que los ocupan se vayan,
Que ella también se vaya
Y vuelva la verdadera
Para recuperar así su corazón y alma.




sábado, 3 de mayo de 2014

A corazón abierto

Soy de esas personas que cuando se han tenido que describir en alguna redacción de pequeños han puesto de todo, menos lo que son. Y la verdad, una no se describe así porque sí tan fácil. Para hacerlo tiene que rebuscar en lo más profundo de su alma, buscando cada recoveco donde se encuentre aquello que se pueda describir con palabras. E aquí la historia que guardaba en uno de esos recovecos y que ni yo misma sé como termina.

13 de octubre de 1965.

Tom se acababa de tomar el café de las nueve, como siempre, para preparse, ponerse la bata y empezar otro día. Ojeó el periódico, también el resto que se apilaba junto a revistas antiguas. En todos hablaban de Florida, que era un símbolo de Fraternidad Hispanoamericana. No le dio tiempo a seguir leyendo porque ya casi eran las nueve; dejó el café y se fue.
Se encontró con el resto de compañeros en el despacho, se puso al día. Hoy tendría que hacer una operación a corazón abierto de una chica muy joven. De entre 17 y 19 años cuyo corazón se encontraba muy débil. Iba a ser un día largo.
Entró en la sala de operaciones y tras colocarse bata, guantes y todo lo necesario empezó su rutina de conocer a alguien por dentro. Literalmente.
Allí estaban aquellos médicos, había un par de ellos, alrededor de una chica que la mayoría de ellos no se sabían ni el nombre.
Bueno, ¿Estás preparada? Pronto notarás como te quedas dormida y cuando despiertes ya todo habrá pasado.-Hizo el intento de consolarle la ayudante de uno de los médicos. No sabía que aquella chica nunca encontraría consuelo.
Se pusieron manos a la obra. Cortar, abrir, sangre sangre y más sangre. Todo iba bien. Llegaron al sitio hasta donde debía estar el corazón.
No había nada.
Los médicos, que no daban crédito a lo que estaban viendo, no sabían que hacer. En un principio, se creyó que fue un error, buscaron y buscaron pero no obtuvieron resultados. Decidieron que la operación debía suspenderse, supuestamente para hacer un estudio de aquello. O esperar a que el sueño acabase. O algo.
Cuando despertaron a la chica, le contaron lo sucedido. Ésta, no quedó sorprendida.
-Siento haberles asustado, pero personas como yo llevamos el corazón en la mano, sin miedo y con la valentía y a sabiendas de que cualquier persona es capaz de pisotearlo. Lo he llevado siempre así, a pesar de que más de una vez he tenido que coserlo. Pero sigo viva e incluso soy feliz y eso es lo que verdaderamente cuenta. Si no lo llevara en las manos, si lo llevara escondido sin mostrárselo a nadie, ¿Quién me querría?
Los médicos, atónitos ante aquella respuesta, se quedaron boquiabiertos y al unísono empezaron a aplaudirle. A partir de aquel momento, cuenta la leyenda de que todos los médicos le preguntan a los pacientes antes de una operación si ellos llevan también el corazón en la mano.

Historia dedicada a mis futuras médicas, criminólogas, ingenieras y a las que todavía no saben que hacer(como yo). Porque ellas son de esas personas que llevan el corazón en la mano. Que cuando las conocí, no dudaron en mostrármelo.



Escribir soñando

La noche acababa de llegar hasta su ventana. No tenía miedo (O eso intentaba aparentar)
No había conseguido pegar ojo durante la noche anterior, así que esperaba que pronto sus ojos se cerrasen como persianas. No fue así.
Su mundo se empezó a desordenar de nuevo, los papeles de la mesa se convirtieron en mundos no conquistados todavía en los que la pluma era una especie de Dios. La ventana, ahora mojada por la lluvia, tenía mares en cada minúscula gota. Y animales marinos. Y plantas. Y vida. Y sus lágrimas saladas.
Empezó a ponerse nervioso, no sabía que hacer; no sabía si aquello era un sueño. Y si lo era...¿podría hacer lo que de verdad quisiese?
Otra parte de él le decía que tuviera cuidado, que aquello era por la falta de sueño, que eran bonitas alucinaciones pero alucinaciones. No tuvo consideración. Bajó las escaleras, hacia la calle, hasta la maldita puerta que no se había atrevido a llamar. Tardó poco tiempo hasta llegar a su destino, no sabía si había corrido o simplemente dado saltos de canguro o aleteos de pájaros gigantes. Aquello era perfecto.

Llamó tan fuerte que le dolieron los nudillos.

Hola.-Le respondió a secas cuando aquella chica de pelo largo y ojeras tan profundas como su alma abrió la puerta.
¿Qué haces aquí? Hace mal tiempo...¿Ha pasado algo?.- Le preguntó preocupada. Se agarraba aquello que llevaba como pijama. En realidad era una camiseta de su padre. Hasta las rodillas.
No, no ha pasado nada y ese es justamente el problema. ¿Sabes? Se ha hecho de noche y me ha dado miedo. Cuando llega la noche es la forma que tiene la vida de decirnos que el tiempo se pasa demasiado rápido. Mira, hace tanto tiempo que me haces perder la cabeza mientras sonríes, mientras te quitas el pelo de los ojos...-Se paró. Sus lágrimas nacieron tan pronto como las gotas de lluvia que habían caído hace un rato. Prosiguió, pero no lograba saber que estaba diciendo de lo nervioso que estaba. Es solo un sueño, pensaba. Sin embargo, parecía tan real que se dio pellizcos en los brazos.
Oh, no. Estoy despierto. Joder joder joder.- Dijo en susurros mientras aquella chica lo observaba con cara sorprendida. Ella respondió, pero estaba tan aturdido que no conseguía escuchar lo que decía. Hablaba y hablaba. Lo importante era que lo que estaba diciendo lo decía sonriendo.
La interrumpió, le dio un beso. Le acarició el pelo mientras y pensó que el mundo era maravilloso.
Le hizo el amor en cuyo sitio no quería recordar. Se fundieron en aquella noche que jamás olvidarían. La canción de después, el cigarro de después, el abrazo, los besos, el 'te voy a llevar conmigo para que nadie te robe' de después.

Y fin. Puso en aquellos papeles que le habían desordenado la mente y su mundo haciéndole creer que todo aquello había ocurrido de verdad. Los tachó, se levantó y se fue al mundo real.
Jamás volvería a estar sin dormir más de un día.

No voy a juzgar 
qué hay en tu corazón, 
pero si no estás preparada para el amor, 
¿cómo vas a estar preparada para la vida? 
 
Así que amémonos por completo, 
en voz alta 
y ahora… 
porque muy pronto moriremos.






jueves, 1 de mayo de 2014

Alma callada y sumisa

Alma callada y que duerme,
Después de escribir los peores versos.
Alma que navegó sobre las historias más tristes.
Alma, tú que no tienes compañera,
De poeta borracho y bohemio.
Ahora que ya el poeta muere,
Con cada verso sobre su amada
Que lastimó cada rincón
De tu alma inundada
De sangre mal interpretada.
Alma callada y que duerme,
Después de haber muerto tantas veces
Con cada vaso de vodka 
En la que ahogaste todas sus/tus penas.
Prometiste, alma dormida, no servirle 
De tanto haberte roto en pedazos;
Tu promesa no se cumplió, alma callada,
Silenciosa y sumisa. 
Alma,
Después de todo,
Ahora mueres junto al poeta que te retiene
Allí donde te escondas,
Sobreviviendo a sus mentiras.
Poeta, 
Tú que no tuviste tregua con tu alma
Deja que huya, como tú lo hiciste.
Poeta,tú.
Alma, tú.
Ahora mueres, poeta y alma,
Sobre vosotros recaen los folios 
De versos inundados de alcohol y lágrimas.
Alma, descansa.
Poeta, vuelve.