Soy de esas personas que
cuando se han tenido que describir en alguna redacción de pequeños
han puesto de todo, menos lo que son. Y la verdad, una no se describe
así porque sí tan fácil. Para hacerlo tiene que rebuscar en lo más
profundo de su alma, buscando cada recoveco donde se encuentre
aquello que se pueda describir con palabras. E aquí la historia que
guardaba en uno de esos recovecos y que ni yo misma sé como termina.
13
de octubre de 1965.
Tom se acababa de tomar el café de las nueve, como siempre, para
preparse, ponerse la bata y empezar otro día. Ojeó el periódico,
también el resto que se apilaba junto a revistas antiguas. En todos
hablaban de Florida, que era un símbolo de Fraternidad
Hispanoamericana. No le dio tiempo a seguir leyendo porque ya casi
eran las nueve; dejó el café y se fue.
Se encontró con el resto de compañeros en el despacho, se puso al
día. Hoy tendría que hacer una operación a corazón abierto de una
chica muy joven. De entre 17 y 19 años cuyo corazón se encontraba
muy débil. Iba a ser un día largo.
Entró en la sala de operaciones y tras colocarse bata, guantes y
todo lo necesario empezó su rutina de conocer a alguien por dentro.
Literalmente.
Allí estaban aquellos médicos, había un par de ellos, alrededor de
una chica que la mayoría de ellos no se sabían ni el nombre.
Bueno, ¿Estás preparada? Pronto notarás como te quedas dormida y
cuando despiertes ya todo habrá pasado.-Hizo el intento de
consolarle la ayudante de uno de los médicos. No sabía que aquella
chica nunca encontraría consuelo.
Se pusieron manos a la obra. Cortar, abrir, sangre sangre y más
sangre. Todo iba bien. Llegaron al sitio hasta donde debía estar el
corazón.
No había nada.
Los médicos, que no daban crédito a lo que estaban viendo, no
sabían que hacer. En un principio, se creyó que fue un error,
buscaron y buscaron pero no obtuvieron resultados. Decidieron que la
operación debía suspenderse, supuestamente para hacer un estudio de
aquello. O esperar a que el sueño acabase. O algo.
Cuando despertaron a la chica, le contaron lo sucedido. Ésta, no
quedó sorprendida.
-Siento haberles asustado, pero personas como yo llevamos el corazón
en la mano, sin miedo y con la valentía y a sabiendas de que
cualquier persona es capaz de pisotearlo. Lo he llevado siempre así,
a pesar de que más de una vez he tenido que coserlo. Pero sigo viva
e incluso soy feliz y eso es lo que verdaderamente cuenta. Si no lo
llevara en las manos, si lo llevara escondido sin mostrárselo a
nadie, ¿Quién me querría?
Los médicos, atónitos ante aquella respuesta, se quedaron
boquiabiertos y al unísono empezaron a aplaudirle. A partir de aquel
momento, cuenta la leyenda de que todos los médicos le preguntan a
los pacientes antes de una operación si ellos llevan también el
corazón en la mano.
Historia
dedicada a mis futuras médicas, criminólogas, ingenieras y a las
que todavía no saben que hacer(como yo). Porque ellas son de esas
personas que llevan el corazón en la mano. Que cuando las conocí,
no dudaron en mostrármelo.
¿se te
ResponderEliminarMe encanta como escribes. Te sigo muy de cerca desde hace unos meses. BUEN TRABAJO. Y alegra tus domingos con palabras en este baúl.
ResponderEliminarMofletes blanditos (@Prince_le_ss)
qué bonita historia, me imagino estar en el médico y que alguien me pregunte dónde llevo el corazón, me quedaría atónita. yo ahora mismo no sé dónde lo tengo jaja
ResponderEliminar(saludos)
Me encanta el giro inesperado que da la historia al final. Creo q en parte tiene razón. Para q llevar el corazon escondido¿? Aunq puede ser q sea para q el q de verdad te quiera haga el esfuerzo de buscarlo ya q si estuviera expuesto todo el mundo podria acceder a el y romperlo con facilidad. ^^
ResponderEliminarPd: estoy de acuerdo con q nadie sabe realmemte como definirse a si mismo. creo q averiguarlo seria un proceso muyy lento.
Bss!! ^^