jueves, 27 de febrero de 2014

Locos todos

El mundo ha cambiado. Eso lo sabemos todos.
El mundo se volvía loco por pensar que la tierra era redonda,
Que la luna era un sueño y ahora la atracamos.
Se volvían locos por ver una mujer trabajar,
Eran locos ahogados en el caos que hoy sigue.

El mundo se volverá loco con tanta tecnología
Para tener una vida más cómoda,
Cómoda o vida vacía.
Locos por pensar que el futuro será mejor,
Al paso que vamos,
El mundo será de nuevo un caos.
Caos en el que, como ahora,
Nos tendremos que acostumbrar.
Esas avanzadas tecnologías que harán que escribir sobre
Papel y con lápiz parezca como ahora es
Ver películas en blanco y negro,
Lo que no sabemos es que esas son las mejores películas,
Que en el papel la mano se siente como en casa
Y no en un teclado, bonito
Pero de nuevo vacío. Más que el papel.

El mundo se está volviendo loco, ahora en presente, y para siempre
Pensando que irse a dormir sin tener sueño es buena opción
Que reír sin ganas es felicidad
Como también los que aman sin amar,
Los que sueñan por soñar

Y los que viven, por vivir.

sábado, 22 de febrero de 2014

Carta a la chica del futuro


A ti, que no sé quién eres
Ni si algún día me leerás.
Ahora no puedo imaginarte,
Pero eres una chica afortunada.
Te advierto, del gran tesoro que tienes
A tu lado y podrás tener el resto de tu vida.
Tener a alguien así es difícil de mantener.
Que no difícil mantener el amor,
Ni las sonrisas inesperadas
Sino el tiempo;
Ese siempre que te sabrá a poco.
 Ahora que yo le disfruto y le conozco,
Ahora que te escribo esto mientras
Hablo y sonrío con él,
He de decirte que le cuides,
Que tengas paciencia
Y siempre amor que ofrecerle
Aunque en las discusiones
Te haga perder la cabeza.
Te sorprenderá cuando menos te lo esperes,
Y nunca le pidas romanticismo,
Porque no es un Romeo.
Será Romeo en la cama, en las noches
Y tardes con cafés,
Te demostrará que te quiere
Con los pequeños detalles
Que le hacen tan especial.
Sobre todo cuídale, para que siempre
Siga teniendo las ganas de hacerte reír.
Él sabe hacer reír,
Él sabe de mí tanto,
Que me asusta.
Y ahora, con lágrimas en los ojos
Chica afortunada del futuro
Dile que le quiero, le quise y le querré
Siempre.
En la distancia, a centímetros
Y separados por el tiempo.
Para terminar, decirte a ti
Chica afortunada  -Y misteriosa-
Que ojalá quién lea ésta carta, no seas tú,
Sea yo a su lado
En el sofá recordando
Viejos tiempos, en los que una noche

Le imaginé con otra distinta a mí.

viernes, 21 de febrero de 2014

El pintor y su musa

La tiza negra que le manchaba sus manos gastadas, perfilaba de nuevo los labios carnosos de la modelo. No era sólo una modelo, era la mujer de su vida.
Comenzó por hacer un boceto de su cuerpo perfecto, con sus curvas y formas que le hacían volar a otros mundos en el que la temperatura media pasaba de los 40ºC. Cada trazada era un suspiro de aquel dibujante que a pesar de los años que llevaba dibujándola, no aprendía a dejar que le temblara la mano con solo verle desnuda. Miraba con miedo a través del cuaderno de dibujo. No se atrevía a mirarla a los ojos, se perdía en cada curva y se encontraba en otros valles. Ella, era la mejor modelo que había podido desear, tanto, que con el paso de los años supo ver más allá de lo que dibujaba. Aquel era un encuentro elocuente, no hablaban, no había apenas miradas, pero se decían todo. Y eso era, lo más bonito. Supo ver cuando estaba triste o feliz, simplemente con los gestos de la cara. Su cuerpo era la expresión pura de sentimientos. Se preguntaba si ella también acabaría aprendiendo sobre él, si sabía cuándo estaba bien o mal, o si en vez de dibujar en papel, tenía ganas de dibujarla en la cama entre las sabanas.
No supieron cuándo, pero en algún momento, los dibujos querían salir del papel y escupirles en la cara que se debían de acercar ya, hablar y besar ya que a veces el silencio tenía límites. Pero no llegó, y ella siguió asistiendo a hacer de musa; que no lo era, y él de pintor, fingiendo que ninguno de los dos tenía interés por estar allí.

Aquellos dos que nunca hablaban se perdieron con el tiempo y la oportunidad. Nunca supieron decirse en silencio lo enamorados que estaban.

Nominación Liebster awards

Bueno esto no es una de mis entradas corrientes que normalmente suelo subir. No conocía ésta tendencia de que te nominen. Me alegra muchísimo que me hayan nominado, me llena de orgullo porque eso significa que hay personas que de verdad les gusta mi blog.
Para empezar darle las gracias a Mer-mer-mermaid que tiene un blog maravilloso, y gracias a ella estoy haciendo esto. Lo más importante es que la leáis porque merece la pena.
NORMAS:
» Agradecer al blog que te nominó y seguirlo.
» Responder a sus once preguntas.
» Nominar once blogs con menos de doscientos seguidores.
» Avisarlos.
» Realizar once nuevas preguntas a los nominados.

PREGUNTAS DE MER-MERMAID:
» ¿Cuál es tu momento preferido el día y por qué?
Mi momento favorito del día es cuando llega la noche, que es cuando tengo tiempo libre y puedo escribir o simplemente estar tranquila ya que el resto del día me la paso ocupada estudiando.
» Cuando conoces a alguien, ¿en qué es en lo primero que te fijas?
Pues me suelo fijar sobre todo en los labios, la sonrisa y los ojos, eso físicamente, si es más personal me fijo en todo porque soy muy observadora.
» ¿Cómo repercuten las personas que conviven contigo en tu vida?
Pues bastante, estoy bastante agradecida de las personas que tengo a mi alrededor. Aunque a veces me gusta la soledad.
» ¿Qué te conmueve?
Me conmueven muchas cosas, pero sobre todo la música, el amor y los sueños. La música como los solos de piano que hacen emocionarme, el amor verdadero y los sueños que se cumplen.
» ¿Cuánta importancia le das a una impresión a primera vista?
No mucha, no podemos conocer a la persona en la primera vez que la ves. Las apariencias engañan, es algo que sé desde hace mucho tiempo.
» ¿Crees en las casualidades? ¿El destino?
No creo en el destino. Creo un poco en la casualidad, pienso que las cosas pasan por casualidad o por un conjunto de acciones que han llevado a que ocurra algo.
» ¿Qué esperas de ti mismo?
Como se suele decir es mejor no esperar nada de nadie, y para mí eso incluye tampoco esperar nada de mí. Aunque deseo que pueda cumplir gran parte de mis sueños, eso sí.
» ¿De qué temas te gusta hablar, o en qué estás interesado?
Me gusta hablar de libros, de ciencia, de escritura; en resumen de todo, mientras que sea con personas inteligentes dispuestas a hablar de todo.
» ¿Le das importancia a tus sueños?
Mucho, si no tuviera sueños no tendría metas en la vida y por tanto sería andar en un camino sin fin. Todo el mundo tiene sueños, es bonito tenerlos y a la vez es duro no poder cumplirlos.
» ¿Qué significado tiene la palabra amigo para ti?
La verdad a veces pienso que no hay amigos verdaderos, que con el tiempo todo el mundo se distancia por las circunstancias de la vida. No digo que no tenga amigos, al revés tengo muy buenas amigas que siempre podré contar con ellas, o eso espero.
» ¿Y la palabra amor?
Pues es un tema del que no tengo ni idea. Como he dicho antes en mi blog o en tuits, aunque no sepa nada del amor creo que es algo muy bueno que te engancha pero que puede llegar a hacerte mucho daño, ya que al querer a esa persona le das la capacidad de poder destruirte. Lo que sé realmente es que los humanos no somos nada sin amor, ya sea el de tu madre, amigos/as o el de tu novio/a.

MIS NOMINADOS SON:
2.       Erygarcum
3.       Éternel blizzard
4.       Palabras perdidas
6.       Luciérnagas fundidas
8.       Desayuno con cianuro
Aunque no sean once, estos son mis blogs favoritos. Son totalmente recomendables todos desde el primero hasta el último. Por último mis preguntas que tendrán que responder los nominados.
1. ¿En qué momento empezaste a escribir y por qué?
2. Cuando escribes, ¿Qué es lo que te inspira?
3. ¿Sabe tu entorno que escribes? En caso de no, ¿Por qué?
4. ¿Cuáles son tus preocupaciones en este momento de tu vida?
5. ¿Crees en el amor?
6. Cuando eras pequeño, ¿te imaginabas tal y como estás ahora?
7. ¿Qué cambiarías de tu vida?
8. ¿Qué piensas sobre la existencia del ser humano?
9. ¿Cómo ves la sociedad actual?
10. ¿Qué cambiarias de ti mismo?
11. ¿Cuáles son tus preferencias a la hora de elegir un libro?


Gracias a todo aquel que haya leído la entrada, y espero que a mis nominados les guste mis preguntas. Muchísimas gracias y espero que os guste. 

martes, 18 de febrero de 2014

La Pianista (I)

Miraba por la ventana como siempre hacía. Nadie y todos.
Le dolían las manos, de tocar el piano del bar llamado Utopía, su preferido, el de todos los domingos. Suponía que una de tanto estar en un sitio acababa por enamorarse de él, o todo lo contrario. Trabajaba allí, aunque para ella eso no era trabajar. Tocaba por la noche y a la hora del atardecer. Veía caras nuevas y cotidianas todos los días, tocaba sus partituras preferidas o las que el público estaba dispuesto a sonar. El dueño del bar era un anciano que se había dedicado toda su vida a la música. Podría haberse enamorado de él si su corazón no estuviese tan dividido en cachitos y esparcido por toda la costa que rodeaba esa ciudad.

Empezó su rutina de siempre; se sentaba, bebía tres tragos de agua tras recogerse el pelo y se iba del mundo que todos conocían en Utopía. Tras eso, tocaba las teclas del piano que ya formaban parte de su cuerpo. Sangraba la vida en cada nota aguda y moría la muerte en cada grave. Tocó su favorita, luego el resto. No oía los aplausos, solo dejaba de ser ella.
Cuando acabó y se levantaba para saludar y dar las gracias, hacía lo de siempre, miraba al fondo luego a la fila de delante y por último a la barra. Allí estaba, la señora mayor que se sentaba todos los días junto a su ventana y esperaba a que un apuesto hombre la rescatara de la vida. También estaban los chicos de los domingos, que venían a dejar que pasara la tarde. Como siempre, lo de siempre y nada nuevo. Saludó por último al hombre alto, y se disponía a bajar del escenario para retirarse. Ya era suficiente por hoy sino perdería lo poco que quedaba de ella en aquel viejo piano, pensaba.
Sintió una presencia por detrás, cuando se dio la vuelta, era una cara nueva que no había logrado divisar entre la gente.
Me presento, soy el chico que siempre te observa y nunca ves- Le dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Era de estatura media, con el pelo alborotado y con una vestimenta que le hacía bastante gracia. Su presentación le hizo ponerse de los nervios y no sabía por qué.
Lo dudo, aunque tampoco tengo vista de lince. Gracias por venir de todas formas.- le respondió ella secamente. No estaba dispuesta a que su rutina fuese alterada, sólo deseaba salir de allí y volver a casa.
Hey, hey perdona si te ha molestado no sabía cómo presentarme. Vengo desde hace varios fin de semanas, y bueno, me encanta tu forma de tocar el piano. Dice mucho de ti cómo lo tocas.- le respondió tímido y miedoso a la respuesta de la chica que aparentemente parecía pacífica.
¿Qué dice mucho de mí? Si no me conoces, sólo toco partituras, tampoco es para tanto- ahora con voz más calmada, respondió ella.
Bueno, pues digamos que yo tengo ese don. De todas formas, dime tú, ¿Cómo te definirías?-La pregunta que parecía simple, le llegó al alma a aquella chica que nunca creyó que le llegaran a hacer esa pregunta. Aunque tocara todos los días delante de la gente, lo hacía de tal forma que se olvidaba de todos. En el fondo era tímida y sólo sabía expresarse mediante la música.
Ella, que se quedó en silencio durante varios segundos, no tenía ni la más remota idea de cómo responderle. Decidió que la mejor forma era como lo había hecho durante toda su vida. Con la música. Así, se dirigió hacía el piano y tocó únicamente una nota. Él sabría interpretarla si tal don tenía.
Él, que se hubiera imaginado miles de formas de hacer una presentación se quedó sin palabras. A continuación, ella cogió su bolso y se marchó dejando la total intriga en él y los que habían observado la conversación.

El jamás olvidaría aquella tarde y a la chica que se definió con una nota.


sábado, 15 de febrero de 2014

Ciudades

He visto personas desconocidas,
Mirándome con intriga,
Quizás deseo y otras
Como una total forastera desconocida.
En las ciudades he visto parejas que se besaban
Sin quererse
Y amigos que se deseaban como parejas.
He pisado calles de tu mano,
Sintiéndome totalmente protegida.
He visto edificios, preguntándome
Quien estaría discutiendo
Y quien haciendo el amor.
Me he imaginado saltando tejados,
Volando sobre las nubes negras
Y cayendo al suelo sobre el asfalto.
En las ciudades, me he sentido perdida;
Minúscula hormiga que cualquiera podría pisotear,
Rodeada del mundo sintiéndose sola.
Pero sobre todo, he visto miradas que jamás volveré a ver
Que se clavan en segundos
Y nunca recordaré.
Lo que sé de las ciudades a mi edad;
Ya sea Madrid, Barcelona o París,
Es que en todas

Me perdería contigo.

Sábados con amor de terciopelo

Salió del portal a toda prisa e incluso llevaba una de sus mejores sonrisas. Era sábado, esos sábados en los que ya tocaba. Ella.
Se miró en el espejo por última vez dándose cuenta de que no se había echado el perfume que a ella tanto le gustaba. ‘Me lo estará recordando toda la noche’, pensó. Se había puesto la camisa que a ella tanto le gustaba, era un día especial y no sabía por qué. Pensó en lo mucho que la echaba de menos, había estado contando las horas que quedaban para verla e hizo caso omiso del reloj; se plantó media hora antes allí donde habían quedado.
El lugar era uno de esos sitios en los que piensas que has estado antes, acogedores, llenos de chicas con jerséis y cafés en las manos. Llenos de chicos observando a las chicas con jersey. En las pequeñas mesas había flores mustias, y en la barra, la típica chica con los labios pintados de rojo. Olía a desayuno, a comida de mamá y sobre todo, olía a sábado con ella. Miró a la esquina donde siempre se ponían, se llevó una grata sorpresa.

Se alisó el pelo mientras que pensaba en que zapatos ponerse, siempre le obsesionaba lo que pensaran de sus zapatos. Cogió las llaves, las mariposas del estómago que le daban la bienvenida, un bolso y un ‘vuelvo pronto’ en la mesa. Sabía que no iba a volver pronto. Esa noche no quería dormir en casa. Tampoco quería dormir.
Miró el reloj por décimo quinta vez, le hubiera dado tiempo de elegir la ropa tres veces más. Paseo por la plaza y saludó a los vecinos que la miraban con cara de pillines. Llegó a su mesa de siempre, junto a la ventana;  palpó con la yema de los dedos el ‘te quiero’ que habían hecho con el cuchillo varios sábados antes. Nunca olvidaría esa mesa.

Vaya, siempre tan adelantada- le dijo él con cara de sorpresa.
No tanto como tú que también has pensado venir media hora antes, ¿sabes que odio eso de ti?- le preguntó con cosquilleo.
El beso fue demasiado corto, para el gusto de ambos, pero eso lo hacía más bonito. Pasaron las horas hablando con miradas que dejaban helados a ambos, con caricias de terciopelo y cortos besos tras una larga conversación.
Llegó la madrugada y con ella, el tener que echarlos a ambos de aquel bar, siendo los únicos que ya quedaban. Se dirigían a ningún lugar calle abajo, con el eco de sus risas de fondo, valientes de despertar a cualquier vecino. Con la pasión del vino, llegaron al portal en el que lo había visto todo durante todo ese tiempo que llevaban juntos. Subieron las escaleras; ésta vez más rápido que otras veces debido que a que las subían de tres en tres. Se miraban, se besaban como si fuera la última vez. Su amor radiaba por todo el edificio y no les avergonzaba aquello.
Primero fue él, que deshizo la cama, después fue ella que se preguntaba si era el calor de correr o el vino. Eran ambos. Después de gestos, caricias y palabras que ningún poeta se atrevía a decir en un poema, ella se dirigió a él:


Desnúdame, -le dijo- y luego quítame la ropa. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Un gracias infinito

Admiro al que ríe, sin tener razones,
Admiro el sonido de la lluvia sobre mi ventana
Y cómo me miras.
Admiro el que cede el asiento en el autobús,
El que lo da todo sin tener nada
Y el que sabe escuchar como nadie;
Aunque a él no le escuchen.
Admiro al poeta que le escribió a su amada
Sin recibir nada a cambio.
Al poeta que decidió empezar a escribir.            

Admiro a los que enseñan,
A los que aprenden
Y sobre todo a los que cometen errores.
Admiro a los amantes,
A los solitarios;
Por no abandonar su soledad.
Admiro a las olas del mar,
Su sonido y su forma,
Que dejan que las personas como yo
Nos sintamos como en casa en ellas.

Admiro a las chicas que se maquillan,
Se miman, para el chico que les espera
Para recibirlas con un beso y un
‘Qué guapa’.
A las teclas del piano que nunca tocaré,
A la música, que le debo tanto
Y a los que hacen que las canciones puedan describir
Tu vida en minutos.
Admiro a mis padres,
A mis seres queridos, por quererme.
Le admiro a él, por todo y más.
Admiro, por último y no menos importante
Al que lee esto por el mero hecho de hacerlo.


miércoles, 12 de febrero de 2014

Rutina, eso a lo que llaman vida

Mi día comienza por la noche, cuando de verdad vivo. El resto solo me dejo llevar por la monotonía y por las obligaciones.
Me arrastro a la ducha y desconecto de todo y de todos, hago lo que de verdad quiero hacer y después, hago el intento de dormir sin pensar que hay un mañana. Solo soñar. A veces, por suerte, llueve y puedo dormir mejor. O no.
De repente, suena ese ruido que todos odiamos. El sonido del comienzo del, supuestamente, nuevo día. Ni nuevo día ni mierdas. Empieza lo de siempre. Te vistes o haces el intento, piensas en todas las cosas que te vienen hoy (malas), te arrastras, como siempre a dejar que el día pase.
Termina la media jornada. Como siempre, nada nuevo y todo malo.
¿Estoy bien o mal? ¿Soy feliz? No puedo responder, porque ni me aguanto ni tengo tiempo para hacerlo.
Llego, y de nuevo, la misma rutina de siempre. Pienso en lo que me gustaría hacer y no puedo; leer, escribir, estar con mi familia, mis amigos, salir, hacer deporte. Pero no debo; porque tengo que trabajarme el futuro, porque después lo agradeceré, porque ahora es el momento… ¿Y mi presente? ¿Cuándo disfruto de él? Contrariedades de la vida. Así es mi vida. Una contrariedad, en la que he llegado a sumergirme tanto que ni yo me misma me encuentro. Y para qué describir el resto del día, pienso, si siempre es lo mismo.



viernes, 7 de febrero de 2014

Belice

Se llevó largo rato junto al árbol que desde niña había visto crecer, como ella misma había crecido. Ambos se miraron y se dijeron al unísono entre el viento, lo mucho que habían cambiado. No pudo evitar sentarse, cansada del largo viaje que había hecho. Se miró a sí misma, preguntándose qué le había hecho coger el coche y huir a ninguna parte. Durante la huida, sólo podía pensar en el dolor que le habían hecho. Cada lágrima que caía era un cuchillo más entre sus costillas. Insignificantemente solo era capaz de hundirse entre el humo que se esfumaba del último cigarrillo, que se desprendía poco a poco con el viento de la ventana. Se comparaba tan bien con esa adicción. Ella era un cigarrillo que mientras que alguien inhalaba, era fuego; el resto del tiempo, solo sabía consumirse.
Lo odiaba tanto, y a la vez, le hacía sentir tan libre eso de huir. Era la manera de evaporarse entre la multitud desconocida que le rodeaba cada día, era la manera de escaparse de sí misma.
Mientras que observaba a los pájaros volar en forma de V, pensó en maletas, viajes, nueva casa, nueva ciudad, nuevos libros que le acompañaran. Una nueva vida en la que nada le pudiera recordar lo que había hecho mal y lo que no. Entonces fue, cuando al ver la pequeña casa dónde había crecido, recordó aquellos momentos en los que una herida le dolía menos que cuando una lágrima de su madre caía y decía, que era una mota de polvo. En aquel entonces, no entendía qué era lo que le pasaba.
Ahora, muchos años después, entendió que esas motas de polvo se reducían a una palabra: Amor. Las cicatrices dolían, a veces intentaban abrirse en el silencio del viento y el árbol. Fue en ese momento cuando se dijo a si misma que no servía de nada escapar, ya que de quien pretendía huir siempre seguiría dentro de ella. Comprendió, que de nada servía volver al pasado, a su niñez, tenía que aceptar el amor ya fuese doloroso o no. Pero cuanto le dolía, pensaba.
Miró las hojas caer por el viento incesante, en uno de los atardeceres más bonitos que había visto. Por última vez echo una vista atrás, sin dolor, sólo recuerdos. Decidió por eso, un pacto entre la niña pequeña que corría despreocupada y ella, dejando allí sus cicatrices y el dolor. Dejando las lágrimas que antes le dolían, olvidando, perdonando; reviviendo de nuevo en el mismo sitio donde la habían visto nacer.


Un día me iré, me iré de verdad.
No sé si me ves, del todo capaz.
De cambiar, nombre y edad, y si me encuentras decirte:
“¿De quién me estás hablando?”

¿De qué me sirve salir de esta inmensa ciudad,
si de quien pretendo huir, seguirá dentro de mí, y eres tú?



miércoles, 5 de febrero de 2014

Reivindicaciones utópicas

La monotonía la acompañaba otra vez,
Tenía puesto su mejor vestido y tacones,
Se sentó y dijo buenos días con la mejor
De las sonrisas que podía tener.
Pasaba desapercibida, como siempre
Pero no se afligió.
Continuó escuchando a especiales
Y desconocidos acompañantes,
Mostrando interés.
Las grietas de los años le pesaban,
Su carmín preferido ya no le hacía sentir
Lo mismo que cuando antes, le besaba.

De repente, una persona de la sala interrumpe
El silencio monótono que producía el aliento a café
Y perfumes baratos,
Con aire de mostrarse arrepentido
De la pérdida.
De la pérdida que se producía constantemente en las mentes
De ellos, y de ella.
De las vidas que el tiempo había malgastado.
Su voz se alzó, con agudeza al principio
Pero seguridad al final.
Puede que no la escucharan, pero hizo el intento
Que nadie se atrevió a hacer.
Cantó, lo que durante años, había creído
Ignorar.
Escupió, aquello que un día creyó ser
De buena fe.
Gritó su vida en minutos, intentando auto convencerse
Con timidez, que lo que estaba haciendo, estaba bien.
Pensó, entonces
Que no podía dejar que sus pensamientos judiciales
Pusieran límites a su vida.
Volvió a mirarlos a todos, ahora con desprecio
Por creerse felices, pájaros
Cuyas alas estaban cortadas
En una jaula que llamaban felicidad.
Dio sus últimos pasos antes de cerrar la puerta,
Con fuerza, esa fuerza que dice más
Que todo lo que había gritado antes.
Se dirigió, al fin, a alcanzar la vida que creía tener;
Tren que ya había pasado antes tanto, y había ignorado.

Volvió entonces, con el sonido del bolígrafo
Cayendo al suelo
Como su misma vida había caído.
Volviendo a la sala, con esos desconocidos
Los cafés,
Los papeles, esos malditos papeles
Volvió entonces, la chica tímida y sonrojada

Que por un momento, creyó haber estado en un mundo mejor.