viernes, 21 de marzo de 2014

Montañas, ríos y heridas

En la cumbre de su espalda se sentó a descansar del largo viaje que había hecho. Se prometió a si mismo llevar menos equipaje encima la próxima (No habría próxima vez) Llevaba tantos poemas encima que hasta ella lo notaba en las curvas de su cuerpo. Después de todo, no le servían de nada ya que a aquella mujer, porque lo era, no se le podía enamorar ni con los poemas de Julio Cortázar. 
Había pasado tantas horas caminando, desde sus pies; pasando por sus rodillas, por su deliciosa entrepierna y sobre todo por sus costillas, que se sabía cada lunar donde descansar de aquella hermosa pesadilla. Pero le mereció la pena, para así llegar hasta sus oídos y contarle y cantarle lo mucho que pensaba en ella cuando veía la luna llena por la noche. Ella le recordaba a los orgasmos con mujeres que no quería, tan vacíos y a la vez tan deseados. Ella era todo lo que había amado y que podía imaginar mientras soñaba despierto. 
No hubo besos con cariño ni abrazos donde quedarse a dormir/vivir/morir. 
No hubo miradas que atravesaban el alma, ni tabaco que fumar después de follar.
No había nada entre ambos.
Tampoco hubo despedida.
Tal vez, y sólo tal vez, después de haber recorrido su cuerpo deseaba así poder olvidarla, porque ya la había tenido aunque solo fuese a medias y eso hacía que fuese menos irresistible (Se mentía) 
Tal vez, y sólo tal vez, el dolor disminuiría al volver a casa y pensar en ella, al ver los pliegues de las sábanas solitarias, que ahora no serían dobladas por aquella manía que tenía la mujer que amaba (Se mentía)
Tal vez, y sólo tal vez, el tiempo curaría la noche que pasaron juntos, la única y última, que tanto le atrapó y ahora le quemaba por dentro (Se volvía a mentir)
Tal vez, y sólo tal vez, aquella mujer fría tuvo el mínimo apego hacía él durante el orgasmo ínfimo y corto que mantuvieron (Se mintió)
Pero la verdad que se escuchaba entre sus más profundos vacíos y que era irrefutable, es que ella nunca sería suya, aunque la hubiera besado y follado durante toda la noche, nunca fue suya. Y eso era lo realmente maravilloso de la historia.

2 comentarios:

  1. Si me vieras ahora mismo, notarías unos temblores impresionantes y verías lágrimas por mis mejillas. Pero no son lágrimas de tristeza, o sí, no sé, pero te aseguro que no son porque no escribas bonito. Todo lo contrario, de verdad.
    Sigue así, llevas mucho talento dentro. Y sí, soy la pesada que siempre te lo dice.

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    1. Jo, que me dices, no quiero que llores! Es una historia ficticia aunque tenga mucho real. Y muchas gracias por esas palabras tan bonitas (las mas bonitas del día) Y no, no eres una pesada no sabes lo mucho que me alegran comentarios como el tuyo. Un abrazo.

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