Hace ya días,
Hace ya
horas,
Que tú no
Que no hay
nosotros
En ningún
sitio.
Que no hay un
roce de mi pelo
Ni un desliz
de mis rizos entre tus dedos.
Mis manos ya
no sienten,
Sólo viajan
a donde yo las llevo.
No hay
dibujos en mi espalda
Ni
constelaciones que descubrir;
Tampoco hay
besos en la frente
Y risas que
oír.
Mi boca no
tiene donde bañarse
Ni lugar para
saciarse de la sed de tus besos
Y ahora vaga
por desiertos de lágrimas y almohada.
La pendiente
de mi cuello sólo tiene escombros,
De otros
viejos tiempos en los que hubo templos.
Te hablaría
de mis pechos,
De como me
gusta verte mordelos.
Ya sólo hay
vacío en ellos.
Y bajando por
la llanura de mi cuerpo
Ya no
encuentro tu recuerdo,
Sólo mi
ombligo y la línea que separa
Estomago de
mariposas y cintura.
Y ya sabes lo
que queda quitando pies
Y mis cortas
piernas,
Queda la
nostalgia de otros momentos
En los que
gemir era lo que más se repetía.
Elegiría uno
de ellos,
Para escuchar
lo único que queda vivo
Y espera tu
regreso;
Mi corazón a
cien por hora y beso
Palpitando
como el único superviviente
De ésto a lo
que llaman
Distancia,
despedidas y echar de menos.
Es precioso, me lo he leído dos veces y las dos me han encantado. Tienes un arte con las letras y me alegro que puedas compartirlo. Sigue así, sigue escribiendo así de bonito.
ResponderEliminar- Colibrí.
Mira que eres mona. Jo qué precioso lo que me has dicho en serio, aunque yo no hago arte, ojalá.
EliminarUn abrazo fuerte.
Cada verso carga tantas emociones... Es muy bello de leer; sentirlo es otra cuestión.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Un saludo.
Es lo más bonito que he leído en mucho tiempo, quizá porque yo también echo de menos todas esas cosas, y hay más ruinas de la cuenta donde yo erigí templos y altares.
ResponderEliminarUn beso enorme,
te admira,
María