jueves, 7 de agosto de 2014

Románticas perdidas

No me hubiera importado que nunca volvieras a verme si el último minuto que me dedicaste hubiera sido eterno. Nunca supe describir momentos así ¿Sabes? Yo siempre he sido una chica bastante dura respecto a las demás personas y débil para mí misma. Me odio. Pero eso a ti no te importó cuando me elegías con la mirada mientras bailaba para ti; y para otros. Es gracioso, me he acostado con muchos hombres y he visto de todo tipo, nada podría asustarme a estas alturas. Pero tu me sorprendiste; lo primero que hacían todos ellos cuando se tiraban en la cama era preguntarme qué estaba dispuesta a hacer y cuánto les costaría a ellos aquella locura mientras sus esposas dormían. Pero tú no lo hiciste, tu en vez de sentarme en la cama o haberme manoseado sin ni siquiera saberte mi nombre; te sentaste en una silla y empezaste a hablar. De tu vida, de lo poco que te gustaba y, acto seguido, te dirigiste a mí. Me miraste de aquella manera que sólo las paredes saben; encontraste recuerdos que ni yo misma recordaba. Lo más gracioso es que estaba nerviosa, no todos los días conoces a un Hombre. Yo no creo en ellos, nunca lo he hecho. Y tú no eres la excepción, simplemente me dejé llevar.
Me empezaste a interrogar como si en una cita estuviéramos y yo en vez de llevar liga y corsé con los pechos medio afuera, parecía que llevara un delicado pañuelo y un vestido de satén color rojo vino. Me acariciabas la mano. No follaríamos y jamás me alegré tanto. Pero sí me besaste antes de irte, en forma de despedida y mensaje de 'Me encantas pero eres una prostituta'

Me olvidé de mi misma y de mi vida, para contártela a ti. Parecías tan interesado en aquellas conversaciones que me olvidé de que yo cobraba por hora. No te lo dije, quería que las horas fuesen eternas. Y hubiera preferido que te empobrecieras por mi en aquellas paredes, hijo de puta.  

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