A veces somos tan humanos
que cuando escucho a alguien decir "Yo no tengo sentimientos"
o "Yo no creo en el amor" me parece tan ridículo que sólo
me apetece darle un abrazo de consolación.
No es el amor lo que les
asusta, son las personas y sus ganas de arrasar con todo.
A veces malinterpretan todo
lo que conlleva esa maldita palabra, la usan a la ligera o se la
toman demasiado en serio. La rompen, la despedazan, la usan mal
porque nadie ha sido capaz de decirles que así no es. Y nos hacemos
daño, unos a los otros, para llegar a la conclusión y contar con
los dedos las personas que no nos han hecho daño. Imbéciles. Que la
palabra "amor" refleje algo bueno no significa que sea
inmune al daño. El amor será lo que más daño te haga y lo que más
te haga vibrar. Y tratamos de darle una explicación sin darnos
cuenta que lo que parece más complicado en realidad tiene una
explicación sencilla. Y esa explicación no se encuentra en los
libros ni en las palabras. Está en nosotros y en saber elegir quién
prefieres que te haga daño; alguien con quien sólo te gusta follar
o alguien con quien te gusta follar y además te hace escribir sobre
ello.
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