Miedo. Una palabra tan simple y a la vez tan compleja. Un
sentimiento tan fuerte, que me hace sentir tan débil, como si no tuviese
refugio de nada ni de nadie. Tengo miedo a tantas cosas, que se puede decir que
soy una persona que se siente desprotegida, que siempre va mirando hacia los
lados con miedo a encontrarse con el fracaso. La oscuridad, los muertos, los
ovnis, los monstruos bajo la cama, la muerte… esas, no me dan miedo. Miedo le
llamo yo, a perder las cosas que quiero.
Perder a esa persona que siempre ha estado conmigo. Ver como se aleja de
mí, cómo elige su camino, sin pedirme que forme parte de él. Miedo lo llamo yo
a pensar que nunca más le vuelva a ver, de que quizás hoy sea el día, de que
jamás vuelva a escuchar su risa. De que quizás nunca más volveré a escuchar sus
quejas, de ver como se enfada o como se mete conmigo. Miedo lo llamo yo, a
perder a alguien a quien quiero, de la noche a la mañana. De hoy verle, y
mañana no, ni el otro…ni el siguiente. Las
personas, no estamos hechas para eso, es así, que miedo es una de las palabras
que me definen. Por eso, cuando veo a alguien reír, sonrío yo también, la razón
es simple…quizás mañana no le vea. Intentar disfrutar de los demás, de pasarlo
bien, de reír, de cantar, de querer…todos y cada uno de los días de mi vida, es
un reto para mí. Porque aunque por dentro esté llorando, gritando del dolor; quiero
sentirme bien, y decirle al miedo adiós. Porque no se sabe, quizás mañana no me
veas.
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