Hay una sala llena de gente,
Todos idénticos entre sí,
muñecos sin vida.
Lo que acontece todos lo
miran
Pero nadie lo ve.
Llevan puesto sonrisas de
repuesto,
Llevan champán del caro y
vestidos.
Escuchan música,
Nadie la siente.
Hay un piano de cola
decorativo,
Una niña de porcelana lo
quiere.
El ruido del silencio
ensordecedor,
Que choca con el repiqueteo
de la rama,
Intentando entrar por la
ventana.
Y el cielo que es el único
que observa
A la luna.
Y la luna que observa el
baile de las doce
Intentos de personas
aullando;
Algunos bailan de puntillas,
Intentando besar a
desconocidas.
Otros son pasos, son
caricias.
Todos son perfectos, sin
vida
Nadie se interesa por nadie
Son la envidia.
Se acaba la bebida, todos se
giran;
Hay un sofá al lado del
whisky.
Hay una chica,
Maldita la chica que en el
escenario
Se interpone.
Algo choca, es rara, no es
igual al resto
No lleva gasa cara ni vaso
con mentiras,
Sólo un cuaderno apuntando
Las miradas,
Las personas desconocidas,
El momento perfecto y sin
vida.
Que escribe y deja éste
último verso
Con repugnancia y
misantropía.
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