Hoy la he vuelto a
ver. Se acercó a mí con la misma
seguridad de las que miran por encima del hombro; sin avisar y saludándome con
su mano fina y delicada. Tenía los dedos listos para arrancarme de nuevo, para
llevarme a un tiempo lejano, un pasado del que nadie le gustaría volver a
recordar. Hoy la he vuelto a ver mucho más guapa que en otros tiempos, más
segura de sí misma, intentando volver a recuperar lo que un día perdió; su
verdadera identidad.
Me arrastró tras ella y
me hizo padecer como las malas hierbas que ocupan tu preferido jardín, empapándome
de su olor a inmoralidad y haciéndome patinar sobre los errores que un día no
pude detener. Me hizo volver a ser la bestia que todos enterramos cuando
estamos listos para ser dichosos y afortunados; ignorantes de la vida y gozosos
de orgullo.
Empecé a sonreír por cortesía,
a tragarme lágrimas cuando nadie me veía; siendo todos esos libros y poemas que
un día pensé que no sería. Así, hoy la volví a ver.
Volví a ver, por
caprichos de la vida, a esa que se encarga de que nazcan remordimientos y
mentiras; convirtiéndose en dueña de ti y de tu presente, ocupándose de que la
poca paz que tenías se esfumara. Tantos recuerdos me hicieron recordar, que hoy
puedo decir que la he vuelto a ver. A
esa niña tímida y silenciosa, de la que nadie sabe y nadie habla, que lloraba
cuando todos dormían y reía cuando todos la miraban. Que intenté hacer
desaparecer y hoy llamó a mi puerta.
Hoy puedo decir que he
vuelto a ver a todas esas mujeres que se regocijan de pecados sin arrepentirse;
a todo aquello que nunca quise ser, a
todos mis Yo que un día intenté matar.
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