La monotonía la acompañaba otra vez,
Tenía puesto su mejor vestido y tacones,
Se sentó y dijo buenos días con la mejor
De las sonrisas que podía tener.
Pasaba desapercibida, como siempre
Pero no se afligió.
Continuó escuchando a especiales
Y desconocidos acompañantes,
Mostrando interés.
Las grietas de los años le pesaban,
Su carmín preferido ya no le hacía sentir
Lo mismo que cuando antes, le besaba.
De repente, una
persona de la sala interrumpe
El silencio monótono que
producía el aliento a café
Y perfumes baratos,
Con aire de mostrarse
arrepentido
De la pérdida.
De la pérdida que se producía
constantemente en las mentes
De ellos, y de ella.
De las vidas que el
tiempo había malgastado.
Su voz se alzó, con
agudeza al principio
Pero seguridad al
final.
Puede que no la
escucharan, pero hizo el intento
Que nadie se atrevió a
hacer.
Cantó, lo que durante
años, había creído
Ignorar.
Escupió, aquello que
un día creyó ser
De buena fe.
Gritó su vida en
minutos, intentando auto convencerse
Con timidez, que lo
que estaba haciendo, estaba bien.
Pensó, entonces
Que no podía dejar que
sus pensamientos judiciales
Pusieran límites a su
vida.
Volvió a mirarlos a
todos, ahora con desprecio
Por creerse felices,
pájaros
Cuyas alas estaban
cortadas
En una jaula que
llamaban felicidad.
Dio sus últimos pasos
antes de cerrar la puerta,
Con fuerza, esa fuerza
que dice más
Que todo lo que había
gritado antes.
Se dirigió, al fin, a
alcanzar la vida que creía tener;
Tren que ya había
pasado antes tanto, y había ignorado.
Volvió entonces, con el sonido del bolígrafo
Cayendo al suelo
Como su misma vida había caído.
Volviendo a la sala, con esos desconocidos
Los cafés,
Los papeles, esos malditos papeles
Volvió entonces, la chica tímida y sonrojada
Que por un momento, creyó haber estado en un mundo mejor.
Gracias por varios motivos.
ResponderEliminarPor haberme leído y tener el detalle de haberme escrito un comentario
y el más importante, por hacer magia con este tipo de entradas.
Un besazo.