Mi día comienza por la noche, cuando de verdad vivo. El
resto solo me dejo llevar por la monotonía y por las obligaciones.
Me arrastro a la ducha y desconecto de todo y de todos, hago
lo que de verdad quiero hacer y después, hago el intento de dormir sin pensar
que hay un mañana. Solo soñar. A veces, por suerte, llueve y puedo dormir
mejor. O no.
De repente, suena ese ruido que todos odiamos. El sonido del
comienzo del, supuestamente, nuevo día. Ni nuevo día ni mierdas. Empieza lo de
siempre. Te vistes o haces el intento, piensas en todas las cosas que te vienen
hoy (malas), te arrastras, como siempre a dejar que el día pase.
Termina la media jornada. Como siempre, nada nuevo y todo
malo.
¿Estoy bien o mal?
¿Soy feliz? No puedo responder, porque ni me aguanto ni tengo tiempo para
hacerlo.
Llego, y de nuevo, la misma rutina de siempre. Pienso en lo
que me gustaría hacer y no puedo; leer, escribir, estar con mi familia, mis
amigos, salir, hacer deporte. Pero no debo; porque tengo que trabajarme el
futuro, porque después lo agradeceré, porque ahora es el momento… ¿Y mi
presente? ¿Cuándo disfruto de él? Contrariedades de la vida. Así es mi vida.
Una contrariedad, en la que he llegado a sumergirme tanto que ni yo me misma me
encuentro. Y para qué describir el resto del día, pienso, si siempre es lo
mismo.
La misma rutina que te va quitando las cosas que realmente quieres hacer. ¿Por qué nunca hacemo rutinas de cosas que nos gustan?
ResponderEliminarUna mierda de rutina tenemos casi todos, no te preocupes. Y en el único momento en que podemos hacer algo que es por la noche, o estamos demasiado cansados o ya no se puede hacer...
Un abrazo de la Chica Miserable.